19 de diciembre de 2020

Esto fue lo que trajo el barco: Una reflexión sobre la muerte de Cyril Silvan

Por Esteban Chacón Rojas


Hace algún tiempo escuché una entrevista del veterano músico nacional Manuel Monestel. En ella comentaba una anécdota curiosa: en una de las primeras visitas del cantante uruguayo Jorge Drexler al país, el músico agradeció al público por recibirlo en la patria de Walter Ferguson, uno de los más grandes compositores del calypso limonense. Contaba Monestel que los productores y asistentes quedaron confundidos y extrañados; nunca antes habían escuchado ese nombre. Al final resultó ser que las canciones de Ferguson habían llegado a oídos de Drexler por un anuncio o algún azar que trascendió a tierras sudamericanas, en donde actualmente existe una gran fanaticada del calypsonian costarricense.

Esta anécdota, que quizá pueda parecer graciosa, representa en realidad un rasgo bastante triste de nuestra identidad. Refleja cómo muchas veces no nos damos cuenta de la gran riqueza cultural y de otros recursos que tenemos, y que dejamos desaparecer en el olvido. Una riqueza que otros, como en el caso de Drexler, sí logran apreciar y reconocer.

Escribo esto porque esta semana nuevamente hemos perdido a un grande de la música nacional que tampoco merece pasar desapercibido. Cyril Silvan, uno de los más grandes exponentes del estilo calypsonian limonense, falleció este lunes a los 88 años.

Silvan nació en el barrio de Cieneguita en Limón. De joven trabajó como pescador y también laboró durante un tiempo en el Mercado de Limón. Durante los años 60 y 70 dirigía comparsas en los carnavales de la ciudad, donde popularizó una de sus canciones más conocidas con el nombre de uno de sus conjuntos, Lobsterband.

Sin embargo, pasaron décadas enteras antes de que pudiera grabar sus canciones. Si para los músicos josefinos la informalidad es la norma, las escenas musicales más allá del Valle Central la tienen el triple de difícil. A pesar de haber tenido una carrera musical de más de 65 años, la discografía de Cyril Silvan consta de menos de una docena de sesiones que se puedan encontrar en plataformas digitales. Lamentablemente esta es la realidad de una gran mayoría de calypsonians de varias generaciones.

Quizá una de las presentaciones más memorables de Cyril SIlvan es el álbum Calypso Limón Legends (2006, Papaya Music), una sesión en vivo en donde alterna temas junto a sus colegas calypsonians como Lenki Glinton, Shanty Kenton, Junior Alvarez y Congoman Watts. En ellas se aprecia la presencia de su acto y el barítono de su voz. Nada que envidiarle a Tom Waits o a las grandes guarachas cubanas. Su estilo, marcado por su sombrero como sello distintivo, bailaba entre lo cadencioso y lo sentimental -- según las propias palabras de Danny Williams, actual vocalista de Kawe Band cuya amistad con don Cirilo se remonta incluso a su padre.

No tuve la fortuna de conocer a Cyril Silvan. Hace un tiempo hablaba con un amigo periodista sobre la posibilidad de entrevistarlo y tal vez por eso hoy me pesa un poco más su muerte. Hay una gran deuda que nosotros los chepeños le debemos al Caribe, y el reconocimiento a su música y su cultura es una gran parte de ello. Espero que estas líneas sirvan un poco para contribuir a combatir el olvido que amenaza la memoria de uno de los más grandes cantantes de nuestra escena nacional.



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