Los siguientes fragmentos forman parte de la intervención de Leo León en el evento de Colectiva La Revuelta Volumen II: Cine-Foro “Masacre en el Estadio”, realizado el 22 de febrero de 2019.
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Yo quería darles una expresión muy breve de lo que significó Víctor Jara como artista, como mente pensante y no una leyenda; porque es muy fácil asumir siempre personajes que son legendarios y no se les ve la parte humana, la parte más importante que es toda su creación y de dónde viene una persona como Víctor.
Les voy a contar que, obviamente por la edad que tengo, yo conocí a Víctor Jara y lo vi en vivo. Yo viví esa época directamente, era militante con 6 años. Militaba en el kinder pues también como niño de 7 años después de la dictadura yo pasé a callarme. "Cállese", "No diga nada", "Usted es tontito". "Si le preguntan ¿qué hace su papá? -- No sé". "¿Y su mama? -- No, está en la peluquería...", en fin.
Una de las cosas más importantes es que Víctor Jara es heredero de dos corrientes fundamentales: la primera corriente es el teatro, el teatro de realidad social, porque él era estudiante de teatro, profesor de teatro, y un universitario con una capacidad impresionante para entender una serie de procesos de producción y de dirección que muy poca gente conocía. Les voy a regalar unas cosas divertidas que tienen que ver con este país:
Este tema es una belleza, se llama “Charagua”. Es una cosa que yo me emociono y les voy a contar por qué. Primero, porque esto todos los días era la sintonía de canal 7, en Televisión y Radio Nacional de Chile tenían eso sonando y salía un perrito con un bombo, bailando y haciendo loco. Esa es la música que a uno le alegraba pues le decían "¡Vas a ver al perrito!" y el perrito bailaba y hacía loco con la música de Víctor Jara interpretada por Inti Illimani. Eran buenas épocas para la música, era una música que sonaba en televisión; Víctor salía en TV constantemente y era director teatral.
Aquí tenemos a Víctor interpretando a Shakespeare. Cuando compone “Te recuerdo Amanda”, estaba en un festival de Shakespeare en Gran Bretaña y conoció algunos próceres como Jeremy Irons, Emma Thompson y demás, quienes entonces reconocían en ese momento al director chileno. Decían que tenía una habilidad de llegar al público que no era tan técnico, sino que era cosa de una motricidad, el movimiento que tenía era muy fuerte porque había sido mimo. Cuando yo era niño, como de 5 años, me llevaron en la noche por primera vez a ver a los mimos de Noisvander donde él participaba.
Esta es una obra de teatro en que podemos observar a Víctor. Se ve sentado muy elegante al extremo derecho y al lado está Bélgica Castro, que fue fundamental en el teatro de Costa Rica, y ahí está Alejandro Sieveking quien montó el Teatro El Ángel con Lucho Barahona (que no está ahí pero también estaba al lado). También estaba Carmen Bunster, quien ya falleció y fue una importantísima actriz muy respetada y que incluso hizo la voz de Canto para una Semilla en el disco de Inti Illimani, que es una cantata maravillosa. Todo esto está relacionado con este país, o sea que Víctor Jara tiene una relación directa con el teatro de este país.
Víctor era una persona sumamente activa en lo teatral. Ello tenía que ver con su convicción política y social porque Luis Emilio Recabarren, que escribió varias obras, es como el padre revolucionario ideológico chileno; escribía obras de teatro para que los obreros en las minas contaran sus historias. Decía que el obrero tiene que producir, pero producir arte; entonces él creía mucho en esa parte.
Ahí está con Bélgica Castro, Bélgica fue importantísima con el Teatro El Ángel. Hacía muchos papeles acá y era una de las grandes amigas de Víctor. Él se presentó en un cine de Ciudad Neily y cantó sus canciones. Hay gente que dice que cantó en las bananeras, esa parte es mítica, no lo sabemos, pero estuvo aquí y era parte del teatro.
Aquí vamos a ver que el señor también se divertía y tiene que ver con algo muy importante, pues por una parte si el teatro era importante, la madre musical es la Viola, Violeta Parra. Violeta Parra es fundamental porque si no existe Violeta Parra no ocurre que él empiece a tocar en un conjunto musical que se llama Cuncumen, este disco es épico porque era cuando él hacía música recopilatoria de las cosas que se hacían en Chile. Vamos a oír una canción de la época de este disco:
Aquí trabaja con Rolando Alarcón. Ahí está Víctor bailando con Isabel Parra, la hija de Violeta Parra, y aplauden como locos Ángel Parra y Rolando Alarcón, que era otro gran folclorista, profesor primario y un cantante que cantaba cosas que ya se olvidaron, todo tipo de ritmos del norte, etc. Ahí están bailando, tenía estilo el muchacho. Y es que es muy importante, porque tenía que ver con resistencia. En la Peña de los Parra se cantaba y bailaba la Cueca Chora, una cueca divertida; la gente se divierte y aplaude, las canciones son un desastre, es una falta de respeto total y eso es lo que se bailaba ahí. Entonces estaba la Cueca Cuica, Los 4 Huasos, Huasos Quincheros, que cuando viene la dictadura se prohíbe totalmente todo lo que no sea Huasos Quincheros y todas las tonadas que en mi pueblito decían “Viva mi Chile lindo” y todo eso.
Por eso había entonces primero la música basada en Violeta Parra y de Víctor Jara, Inti Illimani, Quilapayun, que tiene mucho que ver con decir que queremos tocar música de todos lados. Víctor Jara tocó rancheras, música de Cuba, todos los estilos posibles. Lo que él estaba buscando era una Latinoamérica, no estaba pensando en Viva Chile, porque eso no era una idea que tuviera la gente en esa época.
Podemos ver aquí por ejemplo algo hermosísimo, una maravillosa foto de Antonio Quintana, el gran cronista fotográfico de la realidad chilena. Tengo un libro de él que yo lo pongo y lo empiezo a ver como una película; él retrata a los campesinos mostrando las manos callosas llenas de trabajo y es muy intenso porque es el gran disco que hace Víctor Jara que se llama "Pongo en tus manos Abiertas” (y que luego aquí lo editaron como “Te Recuerdo Amanda”). Los discos tenían diferentes nombres, pasaban muchas cosas. Aquí le pusieron esta portada pero la portada original chilena la perdieron porque a los militares les encanta quemar cosas, tirar cosas a la basura, romper... entonces destruyeron muchas cosas. Yo realmente no lo entiendo, es bastante lamentable.
Aquí está una portada que en realidad era "La Población". Hay 2 portadas porque la original era “La población”, donde él recoge en una especie de cantata todo lo que ocurre en un lugar en que los pobladores toman un sitio; construyen sus casas, construyen sus vidas y nace una historia maravillosa donde pone la canción más emotiva del disco que se llama “Lo único que tengo” que son las manos, la canta Isabel Parra y es una canción que uno se pone a llorar de oírlo. Mucha gente dice que el miserable que lo apaleó y le destrozó las manos estaba pensando justo en eso, en la importancia de esa sensibilidad que tenía Víctor:
Víctor Jara también era un tipo sensible, un tipo simpático, pero era serio; o sea, no era de esos que andan tratando de lucir, era un tipo muy serio. Incluso, como era muy teatral se explica mucho. Hay un cronista, Gabriel Sepúlveda, que plantea de que las estructuras musicales de Víctor estaban basadas en el acto dramático. Entonces él usaba constantemente una introducción, un desarrollo, había un giro tonal, una sorpresa que uno no esperaba y al final venía una pieza en crescendo. Era totalmente teatral para hacer sus canciones, por eso nosotros todavía lo admiramos, todavía sentimos algo cuando aparece su música. Y su música fue desaparecida, fue quemada, destrozada; y tuvieron que reconstruirse de vinilos como estos.
Otro elemento fundamental es que Víctor Jara era una persona que no tenía prejuicios. En esa época había un gran problema con la noción de que lo norteamericano-anglosajón era un peligro, una cosa realmente censurable, que había que consumir lo chileno, etc. Entonces el rock estaba vetado. Lo que hace Victor es unirse a Los Blops, que era una banda de rock. Iba con Los Blops a las comunidades a tocar con un grupo de hippies locos, tipos que estaban pensando en amor y paz.
Entonces cuando les dicen "No, los vamos a vetar porque esto es una música foránea, hablan de amor, flores y pan", o sea una cosa pero fatal. Entonces resulta que dice Víctor, “No, esto es música, ellos me acompañan a todo lado. Los otros, las grandes estrellas, no van, y estos van conmigo. Creen en todo pero su música es de flores, de tirarse en el pasto y ver el cielo”. Entonces Víctor Jara se reúne con Los Blops, una de las grandes bandas, y ahí esta Víctor con un grupo de rock hippiento pero las canciones eran una belleza, y porque eran todas naturales, eran revolucionarias dentro de su amor por la humanidad, que ser revolucionario para mi es amar a la humanidad y pensar en otras cosas. Víctor consiguió que tuvieran sello grabador, Ángel Parra los apoyó muchísimo, y luego pues ellos, cuando vino la dictadura, con todas sus flores y su pancito y toda la felicidad, se tuvieron que ir porque eran un peligro para la dictadura también.
Vamos a oír entonces “El derecho de vivir en Paz”, tal vez como a la mitad para que escuchen la parte hippie, porque esto nadie se había animado a hacer en Chile. En los comienzos de los 70 ellos tocaban con guitarras eléctricas y decían “Póngale, haga loco, distorsión, flautitas, ¡vamos!”. Es casi tipo Beatles, casi como medio inglés, seguro querían hacer algo estilo los Zombies o algo así:
Entonces vean que cosa más increíble. La gente, por ejemplo, no sabe todo esto del acercamiento que él tuvo hacia el rock, cómo el rock chileno se transforma cuando él dice: "Esta gente toca y esta gente vale". Es cuando se van a los grandes festivales y hacen un desastre con los Jaivas en Viña del Mar, que reúnen en el concierto. Dice mi tío que él salió más volado que nunca, pero no por los humos que había en ese momento, sino porque habían traído un mellotron, que es un instrumento que suena. Era tan zafado el sonido, y quien sabe cómo lo tocaron, que fue la primera vez que oyó un mellotron y salió así, dice que estuvo dos días volando.
Entonces es parte de lo que significa Víctor Jara como artista, como innovador, como una persona que iba siempre adelante; una persona que creía en las cosas más importantes. Esa foto de las manos él la buscó porque esa era la foto que él quería. O este disco por ejemplo es el primero que sale en Chile ya en los 70s. Fue la primera vez que hacían un disco de Víctor Jara y que lo editaban después de tantos años de censura, creo por ahí del ‘76.
Algo importante es que a mucha gente no le gusta Víctor porque le encuentran que la música, dicen, era más o menos, o que no canta mucho. Lo que pasa es que Víctor Jara, bueno, primero trabajaba un montón, o sea, no era el tipo que pasaba como las estrellas que pasan todo el día durmiendo y luego llegan a grabar. No, pasaba de todo y luego llegaba a grabar, hacía 2 tomas por canción y fuera. Luego las condiciones en Chile para mezclar y todo son absolutamente terribles. Felizmente este disco, que en este caso le pusieron "Últimas canciones", fue un disco en que una amiga de Joan que venía de Europa se llevó las cintas de Víctor, y Joan cuando llegó a Inglaterra se la topó. Le devolvieron las cintas y ahí sí, llegó Joan con las cintas y ¿adónde fue? a Abbey Road. En Abbey Road grabaron, mezclaron todo ese material que hizo Víctor Jara y mucha gente no sabe que hasta eso fue como fiel; Víctor hasta terminó mezclando su música donde grabaron los Beatles, donde grabaron Pink Floyd, etc.
Hay una gran cantidad de artistas que lo respetan, lo admiran. Creo que toda la gente debería admirar una persona así, también debería admirarse toda la importancia de Violeta Parra, porque sin Violeta no pasa Víctor, sin Víctor no ocurre Nano Stern y así seguimos. Es una cosa larga y es una cosa que hay que reconocer, les digo.
Yo cuando estaba en un concierto de Quilapayún era muy fuerte el contenido de las fotos, de Vietnam, ver niños masacrados, viejitas pidiendo que no las maten, era terrible, era una pantalla gigante en el Estadio Chile y yo no quise ver más y dije “Yo me voy”, entonces me di vuelta, tendría como 6 años. Entonces de repente me dice mi mamá, “¡No, ya date la vuelta que viene Víctor Jara!”, entonces yo me di vuelta y Víctor Jara salió a cantar un tema con un peine, una peineta o un peine con un papel, entonces cantó y se puso muy simpático y yo me emocioné. Víctor era una persona que te devolvía las ganas de vivir y te daba una sensación realmente importante y que debe ser siempre valorado cada vez que uno piense en realmente hacer música para conciencias, para la lucha y para avanzar como humanidad.
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